Por estos días se cumplirán 10 años desde que el Centro Social Sacco y Vanzetti abriera sus puertas por primera vez.
Seguiríamos con el espacio, articulando ideas y proyectos contra toda autoridad, seguiríamos porque esa siempre fue nuestra actitud, aún en las peores épocas de represión y miseria, pero el 14 de agosto fuimos por segunda vez allanadxs en la llamada operación salamandra, enmarcada en el caso bombas. Ese mismo día fuimos desalojadxs, la casa clausurada y nuestras cosas retenidas y luego robadas.
La casa fue cerrada y custodiada por miembros de la policía de investigaciones, así terminaron 8 años y medio de okupación.
Golpe tras golpe, siempre nos levantamos, una y otra vez, pero ese último round, el de la recuperación de la casa, lo perdimos, en la confusión del momento, recibiendo golpes simultáneos y quedando disgregadxs en diversos escenarios de la lucha. Nos separaron. El poder y sus jugadas nos puso en realidades diferentes, separando nuestros mundos a la fuerza. Unxs fueron apresadxs, otros quedaron en la vereda, observando la destrucción y yo emprendí el vuelo, intentando evitar la cacería por el mayor tiempo posible.
Quizá esa diferencia de escenarios fue un factor que tendió a agudizar el contexto ya de por si adverso. Había que hacerse gigantes para avanzar y seguir luchando sin poder estar unidxs físicamente, pues nos separaban los barrotes, las murallas, las cámaras y las distancias.
Al menos entre prisionerxs y lxs compañerxs afuera podían seguir comunicadxs, ya fuera por visitas, cartas u otra forma de ingenio, si aquello no se hizo, pues una crítica profunda deberían cultivar quienes teniendo libre movilidad no hicieron lo suficiente, lo necesario para superar un presente hostil. Unx no puede sentarse y acomodarse en la espera de que los compañerxs abandonen la prisión y salgan a las calles, resignarse a ello es asumir que el estado nos enjaula compañerxs y congela las relaciones, algo así como un paréntesis que puede durar lo que dure la condena. Ese acto de deslealtad, de falta de compromiso y motivación es lo que va matando en la soledad a lxs prisionerxs.